Muchas veces la intención de ahorrar nos cae en saco roto por no haber hecho una buena planificación de nuestros gastos. Para que esto no nos pase, podemos calcular a principios de mes con cuánto dinero contamos, y a partir de ahí planificar en qué lo vamos a gastar.
Hay gastos de los que no podemos prescindir. Son esos que, por mucho que queramos, sin ellos no podemos vivir: comida, hipoteca, ropa y zapatos… Todas ellas son cosas que necesitamos en nuestra vida cotidiana. Aunque los hay con suerte: aquéllos que ya se han librado de la hipoteca…
Contrasta precios antes de comprar
En algunas cosas no compensa malgastar tiempo en ir de una tienda a otra comparando dónde es más barato aquello que queremos comprar. Esto ocurre, por ejemplo, cuando vamos a por algo de comida. Pero si ya hablamos de palabras mayores, y buscamos una lavadora, una televisión o un ordenador, entre otros ejemplos, es una buena idea que veamos en dónde nos conviene más hacernos con ese aparato.
Lo mismo ocurre con las vacaciones. Muchas veces, los precios de una agencia de viajes a otra son muy diferentes. Por eso, aunque podamos considerarlo al principio como una pérdida de tiempo, a la larga nuestra cartera nos agradecerá este pequeño gesto. Lo mismo ocurre con el seguro del coche o el del hogar.
Planifica las comidas, y haz la lista de la compra
Aunque parezca una tontería, si pensamos antes de ir a la compra qué vamos a comer y cenar durante toda la semana, podremos ahorrarnos unos eurillos. Es muy fácil: si vas al supermercado y no tienes una idea clara de qué vas a comer durante la semana, comprarás cualquier cosa sin fijarte en el gasto. En cambio, si ya sabes de qué te vas a alimentar cada día, la lista de la compra será mucho más sencilla, ya que irás sólo a por lo que necesites. Además, siempre que puedas, ve a la compra después de haber comido. Con el estómago lleno y la lista no comprarás con los ojos.
Y para aquellos que tienen que comer fuera de casa, si todavía quieren ahorrarse unos cuantos euros más, en vez de comer todos los días en un restaurante, pueden llevarse la comida preparada desde casa. Y con el valor añadido de que será mucho más sana.
Y para no caer en la tentación de gastarnos en algún capricho esos eurillos que hemos podido arañar de una cosa y de otra, podemos hacernos con una de esas huchas que no se pueden abrir sin romperlas. Y cuando, pasado cierto tiempo, la abras, te llevarás una gran sorpresa viendo todo lo que has ahorrado. ¡Y podrás darte un homenaje!